La sexualidad es el conjunto de
condiciones anatómicas, fisiológicas y psicológico-afectivas que caracterizan
el sexo de cada individuo. También, desde el punto de vista histórico cultural,
es el conjunto de fenómenos emocionales, de conducta y de prácticas asociadas a
la búsqueda del placer sexual, que marcan de manera decisiva al ser humano en
todas y cada una de las fases determinantes de su desarrollo en la vida.
Durante siglos se consideró que la
sexualidad en los animales y en los hombres era básicamente de tipo instintivo.
En esta creencia se basaron las teorías para fijar las formas no naturales de
la sexualidad, entre las que se incluían todas aquellas prácticas no dirigidas
a la procreación.
Sin embargo, hoy se sabe que también
algunos mamíferos muy desarrollados, como los delfines o algunos pingüinos,
presentan un comportamiento sexual diferenciado, que incluye, además de
homosexualidad (observada en más de 1.500 especies de animales), variantes de
la masturbación y de la violación. La psicología moderna deduce, por tanto, que
la sexualidad puede o debe ser aprendida.
SEXUALIDAD HUMANA
La sexualidad humana de acuerdo con la
Organización Mundial de la Salud se define como: Un aspecto central del ser
humano, a lo largo de su vida. Abarca al sexo, las identidades y los papeles de
género, el erotismo, el placer, la intimidad, la reproducción y la orientación
sexual. Se vive y se expresa a través de pensamientos, fantasías, deseos,
creencias, actitudes, valores, conductas, prácticas, papeles y relaciones
interpersonales. La sexualidad puede incluir todas estas dimensiones, no
obstante, no todas ellas se vivencian o se expresan siempre. La sexualidad está
influida por la interacción de factores biológicos, psicológicos, sociales,
económicos, políticos, culturales, éticos, legales, históricos, religiosos y
espirituales."
Se propone que la sexualidad es un
sistema de la vida humana que se compone de cuatro características, que
significan sistemas dentro de un sistema. Éstas características interactúan
entre sí y con otros sistemas en todos los niveles del conocimiento, en
particular en los niveles biológico, psicológico y social.
Las cuatro características son: el
erotismo, la vinculación afectiva, la reproductividad y el sexo genético
(genotipo) y físico (fenotipo). El erotismo es la capacidad de sentir placer a
través de la respuesta sexual, es decir a través del deseo sexual, la
excitación sexual y el orgasmo.
La vinculación afectiva es la
capacidad de desarrollar y establecer relaciones interpersonales
significativas.
La reproductividad es más que la
capacidad de tener hijos y criarlos, incluye efectivamente los sentimientos de
maternidad y paternidad, las actitudes de paternaje y maternaje, además de las
actitudes favorecedoras del desarrollo y educación de otros seres.
La característica del sexo
desarrollado, comprende el grado en que se vivencia la pertenencia a una de las
categorías dimórficas (femenino o masculino). Es de suma importancia en la
construcción de la identidad, parte de la estructura sexual, basado en el sexo,
incluye todas las construcciones mentales y conductuales de ser hombre o mujer.
Hay que tener en cuenta que es muy importante que sepamos cuáles son nuestras
actitudes más personales e íntimas hacia la sexualidad.
Uno de los productos de la interacción
de estos holones es la orientación sexual. En efecto, cuando interactúan el
erotismo (la capacidad de sentir deseo, excitación, orgasmo y placer), la
vinculación afectiva (la capacidad de sentir, amar o enamorarse) y el género
(lo que nos hace hombres o mujeres, masculinos o femeninos) obtenemos alguna de
las orientaciones sexuales a saber: la bisexualidad, la heterosexualidad y la
homosexualidad.
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